El cambio climático tiene una influencia dramática en la vida de los agricultores por una simple razón: el clima tiene un impacto decisivo en los cultivos. Que las condiciones climáticas siempre hayan afectado a las cosechas, determinando si la cosecha será Buena o mala, no es nada nuevo.
Sin embargo, hay algunas variaciones importantes que afectan los factores clave en el desarrollo del cultivo, como la lluvia, el calor y la calidad del suelo.
El mapa de producción cambiará drásticamente e incluso es posible que algunos cultivos básicos en ciertas áreas sean abandonados. Los costes de producción y la calidad del producto también cambiarán y cualquier persona que trabaje en este campo tendrá que tener esto en cuenta.
Un clima cada vez más impredecible crea incertidumbre para los agricultores. Se hace difícil tomar decisiones muy importantes, como elegir el tipo de semilla, decidir si optar por variedades más o menos resistentes, tempranas o tardías, y planificar la aplicación de fertilizantes y muchos otros elementos serán cada vez más complejos. Aunque las predicciones meteorológicas pueden proporcionar información bastante precisa a corto plazo, solo ofrecen proyecciones estadísticas aproximadas para una temporada en su conjunto. En resumen, cada vez es más difícil predecir qué medidas se deben tomar para garantizar una buena cosecha por adelantado.
Las consecuencias del calentamiento global se están volviendo evidentes en muchas áreas del mundo, aunque con algunas diferencias. Si bien las áreas tropicales no se ven particularmente afectadas, otras áreas están fuertemente afectadas por el cambio en curso. Este es el caso del cinturón mediterráneo, donde el aumento de la temperatura ha visto inviernos suaves seguidos de la sequía ocasional del verano, con olas de calor y eventos climáticos repentinos, como fuertes vientos y tormentas de granizo.
Además, algunos cultivos, como los cereales, maduran antes que en el pasado y requieren una cosecha temprana. Según algunas previsiones, alrededor de 2050 cultivos como el trigo y el maíz en el sur de Europa podrían experimentar una disminución del 50%.
Sin embargo, mientras que la cuenca del Mediterráneo debe sufrir el calor del verano y la escasez de agua, la parte norte del continente europeo podría ser testigo de un florecimiento repentino de la agricultura, a medida que haya más tierra disponible debido al deshielo y la temporada de crecimiento de las plantas se vuelva más larga y suave.
Las cosas no son diferentes en el resto del mundo. Los estudios descubrieron que el famoso Cinturón de maíz de los Estados Unidos, una gran macro región históricamente dedicada a los cultivos de maíz, seguirá avanzando hacia el norte, hasta llegar a Canadá. Otros cultivos que tradicionalmente se cultivan en el sur del país, como la soya y el algodón, se trasladarán a las regiones del norte, mientras que California, el mayor productor de almendras del mundo, corre el riesgo de perder sus huertos en las próximas décadas.
Por otro lado, Rusia podría experimentar una explosión en la agricultura, ya que el calentamiento global podría abrir nuevas tierras de cultivo en las frías estepas del norte.
Si bien sufre las consecuencias del calentamiento global, la agricultura también contribuye al cambio climático, en particular al liberar dos gases de efecto invernadero a la atmósfera. Estos gases son metano y óxido nítrico, y en su mayor parte se derivan del estiércol y los fertilizantes.
Las políticas de reducción de emisiones ya están vigentes y están dando sus frutos: l’Unione Europea informa que las emisiones de la agricultura y la ganadería disminuyeron en un 24% entre 1990 y 2012. Sin embargo, el estado de las cosas no es tan bueno cuando se ve a nivel mundial: las emisiones agrícolas en el resto del mundo aumentó en un 14% entre 2001 y 2012. Esto se explica por el aumento de la demanda de alimentos como resultado del crecimiento de la población y el aumento de la producción en los países en desarrollo.
Todos estos cambios, junto con la incesante demanda de alimentos de la creciente población mundial, requieren la implementación de estrategias coordinadas a nivel mundial, así como la adopción de diversas medidas a nivel local.
Las autoridades y las organizaciones internacionales han estado tomando medidas sobre estos temas durante algún tiempo: la Unión Europea ha patrocinado varias iniciativas, mientras que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) tiene más de 300 programas y proyectos activos para resolver problemas relacionados con la volatilidad de un clima cada vez más impredecible, con especial atención a los países en desarrollo.
A nivel local, la FAO señaló algunas soluciones que pueden adoptarse de inmediato y a largo plazo. Los ejemplos prácticos incluyen cambiar las fechas de siembra y cosecha, adoptar la rotación de cultivos en función de la disponibilidad de agua, elegir las variedades de cultivos que mejor se adapten a las nuevas condiciones climáticas.
Otras estrategias para responder al cambio incluyen tomar medidas para capturar metano del estiércol, usar fertilizantes de manera más moderada y eficiente, y usar la última maquinaria agrícola más eficaz y de última generación para reducir los desechos y optimizar la eficiencia.
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